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Noticias Improlab

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Unos experimentos recientes han demostrado que ciertos biomateriales artificiales diseñados como soporte de células madre no solo ayudan al trasplante de las mismas sino que además aceleran la curación de los tejidos a reconstruir tanto en el ojo como en el cerebro.

Las células madre son muy prometedoras en el ámbito terapéutico debido a su capacidad de convertirse en cualquier tipo celular en el cuerpo, lo que incluye su potencial de generar tejidos y hasta órganos con los que reemplazar a los ausentes o dañados. Si bien los científicos son expertos hacer crecer células madre en una placa de Petri, una vez trasplantadas en el punto elegido del cuerpo, estas células experimentan dificultades para sobrevivir. El nuevo entorno es complejo y más difícil de estudiar que el interior de una placa de Petri; debido a ello las células madre implantadas mueren a menudo o no se integran adecuadamente en el tejido circundante.

El equipo de Molly Shoichet, Derek van der Kooy y Cindi Morshead, de la Universidad de Toronto en Canadá, ha logrado un notable avance en el trasplante de células madre utilizando una clase de biomateriales, que pueden ser descritos como hidrogeles, cuyas características especiales mantienen con vida a las células y las ayudan a integrarse mejor en el tejido donde se las ha trasplantado.

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El Grupo de Física Médica de la Universidad Nacional de Colombia (UN) trabaja en un proyecto de fusión de imágenes de resonancia magnética basado en detectores tan sencillos y económicos como un gel. “Le hemos dado forma al proyecto para poder hacer un detector de radiación gamma compatible con equipos de imágenes de resonancia magnética”, explica Luis Agulles Pedrós, profesor asociado del Departamento de Física de la U.N. e integrante del grupo. Aunque Colombia está muy bien en tecnología de imágenes diagnósticas, aún hay mucho por investigar en cuanto a las técnicas que se aplican en este campo.

El profesor Agulles afirma que el gel se utiliza de manera estándar para ver cómo es la planeación de la radiación utilizada en radioterapia. En su opinión, la iniciativa aporta información tridimensional del lugar en el que se deposita la radiación, por lo cual la idea es utilizar la sensibilidad del gel para meterlo dentro de un equipo de resonancia magnética.

La desventaja de dichos equipos es que al tener grandes campos magnéticos hay que ser muy cuidadosos con la electrónica. Por eso el investigador señala que los cambios que origina la radiación en el gel se observan directamente por la resonancia magnética. Esta técnica será presentada en la Escuela Internacional de Física Médica, organizada por el grupo dirigido por María Cristina Plazas, profesora asociada del Departamento de Física de la U.N. 

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Con 21 años, Erik G. Sorto se vio envuelto en un tiroteo que lo dejó paralizado del cuello para abajo. Tras más de 10 años sin poder efectuar ningún movimiento por sí solo, ahora puede dar la mano, beber una cerveza o jugar a “piedra, papel y tijera” con un brazo robótico. Se trata de un sistema basado en la implantación de electrones en la zona del cerebro que controla la intencionalidad del movimiento.

“Averiguamos que se podía efectuar un ‘lectura’ neuronal en el corte parietal posterior del cerebro, un proceso de descodificación que permite que la neuroprótesis sea más rápida y efectúe movimientos más fluidos”, explica a Sinc Richard Andersen, biólogo del Instituto de Tecnología de California (EE UU) y uno de los autores de la investigación. Los sistemas tradicionales se basan en registrar señales del córtex motor, que se encarga de ejecutar los movimientos.

Por ello, era necesario que los individuos pensaran de manera detallada y específica en cada uno de los movimientos que querían hacer. Por ejemplo, para coger un vaso, debían pensar en alargar la mano y cerrar los dedos. Según explican los científicos en el estudio publicado en Science, el corte parietal posterior (CPP) ocupa un lugar anterior en el proceso del movimiento, siendo la fuente desde la que se producen las señales. La ventaja de registrar los impulsos en esta zona en lugar de en el córtex motor, asegura Andersen, es que “el cerebro no necesita especificar de manera detallada un movimiento, pues este trabajo se puede hacer con la ayuda de ordenadores y robots inteligentes que solo necesitan conocer el propósito del sujeto”. Esto permite que para el paciente sea más sencillo emitir las órdenes transmitidas al brazo robótico y que los movimientos de este sean mucho más naturales y fáciles de conseguir.

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Los investigadores del Proyecto COSMOS han obtenido nuevos datos sobre la influencia de la alteración de los niveles de fósforo, calcio y hormona paratiroidea en la supervivencia de pacientes de hemodiálisis. La revista científica especializada en nefrología más influyente de Europa, Nephrology Dialysis Transplantation, acaba de publicar el trabajo. En el estudio, realizado a lo largo de cinco años, los autores han constatado que acercarse a los valores óptimos de los tres parámetros estudiados se asocia con una mejor supervivencia.

Estos niveles se han establecido tras minuciosos análisis en el marco del Proyecto COSMOS, el mayor hecho hasta la fecha en Europa con pacientes en hemodiálisis. “Nuestra hipótesis inicial era que si tal y como sugerían estudios anteriores la presencia de valores anormales de estos indicadores sanguíneos influía en la mortalidad, al corregir estas alteraciones la supervivencia debía mejorar”, explican José Luis Fernández y Jorge Cannata Andía, del Servicio de Metabolismo Óseo y Mineral del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) (España) y director y coordinador del Proyecto COSMOS respectivamente.

Los investigadores vieron refrendada su idea de partida cuando observaron que los niveles de supervivencia crecían con la reducción de los niveles de fósforo y calcio en pacientes que partían de altos niveles y el aumento del nivel de hormona paratiroidea en aquellos que presentaban niveles bajos. El seguimiento durante tres años de una muestra de 6.797 pacientes adultos de hemodiálisis de 20 países europeos ha permitido a los investigadores de COSMOS establecer los niveles deseables de estos marcadores para obtener los mejores resultados de supervivencia. 

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